lunes, 9 de marzo de 2015

Historia de Rascafría, los Quiñones

Durante gran parte de nuestra Edad Media, la sierra del Guadarrama constituyó una frontera efectiva entre Al-Ándalus y los reinos cristianos del norte. A menudo, tropas musulmanas cruzaban Al-Sarrat (así es como denominaban a nuestra "Sierra") para efectuar campañas de saqueo en tierras cristianas, desplazando al enemigo más allá del río Duero. Es con el reinado de Alfonso VI (1072-1109) cuando los castellanoleoneses cruzan definitivamente el Sistema Central y trasladan la frontera mucho más al sur, en torno al río Tajo. En la reconquista y repoblación de la zona comprendida entre las montañas del norte de la Comunidad de Madrid y la ciudad de Toledo, las gentes de la Comunidad de la villa y tierra de Segovia desempeñaron un papel fundamental, de ahí que amplias zonas del valle alto del Lozoya quedasen bajo jurisdicción de Segovia hasta la división provincial de Javier de Burgos en 1833. A continuación, el siguiente relato elaborado por nuestros alumnos del aula de Iniciales de Rascafría, explica la vinculación existente entre las tierras del alto Lozoya y la ciudad de Segovia: "Todo empieza con el avance de los cristianos frente a las tropas califales. La piel del toro está partida en dos y las batallas se suceden. Derrotas y victorias que van dejando atrás antiguos territorios y van consolidando nuevos. El paso de Segovia es comprometido. Guadarrama es un importante enclave y a la vez excesivamente peligroso. Bandoleros y escaramuzas de los almohades han generado miedo en la población que se niega a habitar un lugar fronterizo con la muerte. El rey Alfonso X, el 26 de junio de 1273, sabe que debe ceder en algo si quiere continuar con su sueño de repoblación y conquista hacia el sur. Concede entonces a los que habiten las alberquerías del puerto de Malagosto (antiguo término de Oteruelo) exenciones tributarias. Estableció un privilegio que eximía a los moradores de estas zonas rurales de montaña de pagar tributo alguno. Es decir, los que se jueguen la vida entre esas laderas y valles lo harán a cambio de un futuro mejor para los suyos. Muchos acuden a la cita, pero el problema de la seguridad sigue latente.
Los musulmanes y forajidos aprovechan la situación agreste de estos asentamientos para golpear con frecuencia a sus moradores. La situación es de tal gravedad, que la tierra se empieza a otorgar a quien demuestre que tiene capacidad para defenderla. En concreto, todo hombre que tuviera un caballo y una lanza obtenía un Quiñón de tierra, que era una unidad fiscal. Se exigía la tenencia de un caballo porque ellos mismos debían defender sus tierras. Los nobles cristianos no tienen capacidad para atacar en todos los rincones del mapa y, además, defender pequeños núcleos rurales. Dos caudillos segovianos, Día Sanz y Fernán García, toman la iniciativa y crean un cuerpo militar propio. Las ordenanzas segovianas fijan en 1302 que el valle del Lozoya quede dividido en cuatro cuadrillas: Rascafría, Oteruelo, Alameda y Pinilla. Cada una de estas localidades tiene un cuerpo militar propio, compuesto por 25 hombres, que es el encargado de defender el territorio. Nacen los quiñones. Cien caballeros que patrullan el valle y que, novedad, imparten también justicia. El Rey y sus mandatarios delegan en ellos el poder de decidir lo que en aquellos campos es justo y lo que está fuera de la ley. Los caballeros profesionales no sólo fueron un cuerpo militar; a la vez se convirtieron en protagonistas de una jurisdicción propia. Es entonces cuando aparecen el Puente del Perdón, frente al Monasterio del Paular, y la Casa de la Horca. Dos construcciones de piedra que todavía se conservan".

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